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Nerea Arco Avilés
Martes, 20 de mayo 2025, 13:41
¿Qué pasaría si cientos de años después se descubriera que los fenicios que conquistaron el Mediterráneo eran, en realidad, más griegos que levantinos? Un estudio genético publicado en 'Nature' ha puesto patas arriba lo que creíamos saber sobre los antiguos fenicios-púnicos. Uno de los datos más relevantes es que compartían lengua y cultura, pero no sangre.
Los fenicios fueron unos navegantes y comerciantes originarios del actual Líbano que, entre los siglos X y VII a.C, tejieron una red de colonias por todo el Mediterráneo. Se encargaron de fundar ciudades, extender su lengua e inventar el alfabeto que se usa hoy en día.
El ADN antiguo no miente. Investigadores de Harvard, el Instituto Max Planck y una treintena de universidades, entre ellas la Universidad de Málaga, han analizado restos óseos de más de 200 individuos enterrados en yacimientos desde Cartago hasta Sicilia, Ibiza y, por primera vez, Málaga. El resultado ha dejado a los historiadores con la boca abierta: las raíces genéticas de estas comunidades eran tan diversas como el Mediterráneo mismo, pero apenas levantinas. Los científicos de la UMA que han participado son José Suárez, Enrique Viguera y Sonia López.
Desde la UMA se esperaba que en la investigación hubiese un fuerte componente genético del Levante, de donde surgieron los fenicios, pero fue todo lo contrario. «Se revela el carácter cosmopolita del mundo púnico», explican los investigadores. La cultura fenicia se extendió, no a través de migraciones masivas a gran escala, sino a través de un proceso dinámico de transmisión y asimilación cultural. Es decir, la expansión fenicia no fue una invasión, sino un cruce de caminos culturales.
«Las comunidades púnicas presentaban altos niveles de diversidad genética, lo que sugiere que los púnicos se mezclaban con gente de lugares lejanos, principalmente Sicilia y Grecia. Además, las redes genéticas del Mediterráneo advierten de que los procesos demográficos compartidos (como el comercio, los matrimonios mixtos y la mezcla de poblaciones) desempeñaron un papel fundamental en la formación de estas comunidades», señalan.
La UMA ha contribuido a la investigación identificando restos óseos de diversas necrópolis de la ciudad-púnica de Malaka (nombre fenicio de la ciudad que hoy se conoce como Málaga) que se encuentran depositados en el Museo de Málaga y que por su estado pudieran contener ADN.
En esta investigación se han analizado datos genómicos, es decir, la secuencia completa de ADN de un organismo, de ocho individuos antiguos de las Necrópolis Oriental y Occidental de la Málaga púnica, que han mostrado una gran diversidad genética. Según destacan los expertos de la Universidad de Málaga, estas relaciones reforzaría la hipótesis de una comunidad malagueña abierta, estructurada en torno a vínculos de parentesco sostenidos en el tiempo.
Además, gracias a las técnicas de genética y bioinformática, los investigadores han podido deducir características físicas de estos antiguos malagueños como su color de piel, ojos o incluso el cabello. No solo reescribe lo que creíamos saber sobre los fenicios, sino que también coloca a Málaga en el centro del debate sobre la identidad en el Mediterráneo antiguo y abre puertas a futuras investigaciones de dinámicas poblacionales, sociales y culturales.
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