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Ana Rosa del Águila, investigadora principal del proyecto, en el Social Living Lab. Adri Revilla

'Vivir en Casa', un proyecto innovador de cuidados domiciliarios

Esta investigación de la Universidad de Málaga y la Junta de Andalucía combina las ramas de robótica y social para mejorar la vida de las personas mayores y dependientes

Adri Revilla

Lunes, 19 de mayo 2025, 17:26

¿Puede un robot convertirse en apoyo clave para una persona mayor que vive sola? ¿Y si, además, ayudara a prevenir caídas, facilitar la medicación y mantener el contacto con la familia? Estas preguntas han dejado de ser ciencia ficción gracias al proyecto 'Vivir en Casa', liderado por la Universidad de Málaga (UMA), con la colaboración de la Junta de Andalucía. Una iniciativa pionera que combina robótica, domótica y servicios sociales para mejorar el modelo de atención domiciliaria de personas mayores y dependientes.

Este innovador programa nació en 2022, en el marco del foro Tecnosocial, un espacio de encuentro que une la tecnología y la intervención social. Desde allí, surgió la idea de diseñar una experiencia piloto basada en la integración de distintos elementos tecnológicos en los hogares, con el objetivo de mantener la autonomía de los mayores sin que tengan que abandonar su vivienda.

«Nos dimos cuenta de que había proyectos de robótica por un lado, proyectos sociales por otro, y que hacía falta una verdadera integración entre ambos mundos», explica Ana Rosa del Águila, investigadora principal del proyecto y catedrática de la Universidad de Málaga. «Nos propusimos romper esa división y demostrar que se puede generar un modelo centrado en la persona, que aproveche lo mejor de la tecnología sin perder el foco social».

Uno de los elementos más destacados del proyecto es la incorporación de robots asistentes como 'Temi', que conviven con los usuarios y les ayudan en tareas cotidianas como recordatorios de medicación, llamadas a familiares o incluso sugerencias de actividades. «'Temi', por ejemplo, va por la casa y te busca si no te encuentra, te recuerda que te toca la medicación y puede iniciar un pequeño diálogo: «¿Te la has tomado?». Si el usuario responde, esa información nos llega y podemos hacer un seguimiento», detalla Del Águila.

'Temi', uno de los robots que convive con los usuarios del proyecto 'Vivir en Casa'- Adri Revilla

También se ha desarrollado un sistema de detección de caídas: «Cuando salta una alarma, el robot lanza una videollamada directa a la persona de referencia. Si se confirma la caída, el familiar puede activar el protocolo de emergencia, abrir la puerta de forma remota y acceder rápidamente al hogar. Todo esto está conectado con la domótica de la vivienda, lo que facilita muchísimo la intervención», añade.

Pero no todo es funcionalidad: el vínculo emocional también cuenta. «Hay usuarios que lo llaman mi niña, como si fuera una compañera. Hemos visto casos en los que, tras una o dos semanas, desarrollan un apego sorprendente», señala.

Antes de implantarse en hogares, toda la tecnología se testa en un entorno controlado: el Social Living Lab, ubicado en el distrito de El Palo. «Allí pudimos comprobar qué funcionaba, qué debía mejorarse, y preparar el salto a los hogares reales», indica Del Águila.

Actualmente, el proyecto se desarrolla también en el distrito de Teatinos. «Queríamos una muestra variada, con personas de distintas edades, niveles de dependencia y situaciones familiares. No todas las personas viven solas, también queríamos observar qué pasa cuando hay convivientes, y eso cambia muchas cosas», cuenta.

Cada usuario cuenta con un plan de intervención individualizado elaborado por trabajadores sociales e ingenieros, y las tecnologías instaladas varían en función de sus necesidades, «no hay un paquete estándar». En algunos casos se pone 'Temi', en otros solo sensores, y en otros se combina con servicios como fisioterapia, logopedia o seguimiento emocional. La clave es la «personalización», remarca la catedrática.

El proyecto no solo ha mejorado la calidad de vida de los participantes, sino que también ha generado empleo en perfiles técnicos y sociales. «Hemos contratado jóvenes investigadores, ingenieros, trabajadores sociales… Hay mucha más ingeniería detrás de estos robots de lo que se ve: hay que mapear cada casa, programar los servicios, adaptar el software a las necesidades del usuario…», afirma la investigadora.

Una de las herramientas más impactantes del proyecto es el 'traje de la empatía', una prenda que simula síntomas como cataratas o temblores por Parkinson, y que se utiliza en sesiones de formación con estudiantes, cuidadores y familiares. «Queremos que la gente comprenda mejor cómo se siente una persona mayor o con dependencia. Cuando te pones el traje, tu mirada cambia. Es una experiencia muy transformadora», comenta Del Águila.

«El objetivo no es sustituir a nadie, ni al acompañamiento humano ni a los servicios tradicionales. Lo que buscamos es reforzarlos, complementarlos y adaptarlos al siglo XXI. Porque vivir en casa no debería ser un privilegio, sino un derecho», concluye Ana Rosa del Águila.

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