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Ignacio Cabanes
Valencia
Jueves, 5 de junio 2025, 09:11
«Que me intentara matar a mí es una cosa, pero sabe que la forma de hacerme más daño es con las niñas y sé ... que si tiene la mínima oportunidad va a cumplir sus amenazas», confiesa con temor por la vida de sus hijas, de cuatro y seis años, el hombre al que su expareja, detenida por el grupo de Homicidios de la Policía Nacional, planeó presuntamente asesinar hace un año. La acusada de conspiración para el asesinato pagó 700 euros a una amiga, también arrestada en su día, para que contratara a un sicario o llevara ella a cabo el crimen. En el último momento, cuando ya portaba todo preparado -sustancias para adormecerlo, un cuchillo y un martillo- para ejecutar el presunto plan criminal, y después de estar más de dos horas conversando con su víctima en un local de Valencia, donde este trabajaba, la mujer se echó atrás y días después acabó reconociéndole el macabro plan.
«Me advirtió que no le devolviera a las niñas porque esa semana Fabiola las iba a matar«, explica Alexandre, que en ese momento tenía la custodia compartida de las dos hijas en común con su expareja, madre de otra niña de 17 años. El hombre se quedó helado cuando escuchó estas palabras en boca de la amiga de su ex, pero más aún cuando le dio detalles de cómo iba a hacerlo, con veneno que había comprado por internet y que primero probaría con el perro de la propia Gina para ver su eficacia.
Gina E. A., de origen ecuatoriano, tenía que prestar declaración ayer por videoconferencia ante el juzgado de instrucción de Valencia que investiga estos hechos, por los que están imputadas ambas mujeres. No obstante, la investigada se acogió a su derecho a no declarar. En su momento manifestó que sí veía capaz a su amiga de acabar con la vida de sus hijos, y que por eso terminó contándolo todo a la policía. Además confirmó que Fabiola L. B., de 45 años y nacionalidad boliviana, estaba desesperada por encontrar un sicario, pero que ella quería quitarle la idea de la cabeza.
Ambas mujeres se encuentran en libertad con medidas cautelares y tienen prohibido aproximarse a menos de 200 metros de Alexandre. En el caso de Fabiola la prohibición también es respecto de sus hijas dado el riesgo para las menores apreciado por el juzgado que instruye la causa. Según las investigaciones de la Policía Nacional, la detenida tenía intenciones de matar a su expareja o de matarse ella misma junto con sus hijas. Y que le habría trasladado a la otra investigada dicho propósito, poniéndose de acuerdo para contratar un sicario, si bien desistieron debido al alto precio, 20.000 euros, según consta en diligencias. Una vez descartada esta posibilidad, la mujer compró belladona para matarlo y le pagó 700 euros a su amiga para que fuera ella la mano ejecutora.
Sobre las ocho de la tarde del jueves 25 de abril de 2024 Gina A. acude a la tienda del exnovio de su amiga portando una maleta grande y otra más pequeña. «Estaba muy triste, se puso a llorar y me contó que su hijo había muerto en un accidente de tráfico», relata Alexandre, incluso le enseñó la fotografía del coche, aunque obviamente era todo una mentira.
Durante más de dos horas estuvieron hablando y trató de consolarla «porque se encontraba muy mal», hasta que a las 22.30 de la noche, y después de que la mujer se hiciera una raya de cocaína delante de él, le pidió que le ayudara a buscar un sitio donde dormir. La víctima recuerda que la maleta pequeña que portaba y que le ayudó a cargar mientras buscaban un hostal «pesaba un montón».
A las once de la noche ambos se despiden. En ese momento Alexandre no es consciente que ha salvado la vida y que la persona que presuntamente iba con la intención de matarlo se había arrepentido en el último momento al mostrar él una sensibilidad que ella desconocía, al considerarlo un maltratador y un mujeriego por lo que su amiga le había contado. No es hasta el lunes, cuatro días después cuando le llama por teléfono interesándose por el asunto de la custodia de las niñas, que en ese momento era compartida por ambos progenitores.
En esa llamada la investigada le pidió 2.000 euros a cambio de darle una información «muy importante». Cuando este le insiste en que si es algo que atañe a sus hijas se lo tiene que contar, la mujer acaba reconociendo que la vida de las niñas corre peligro. Acto seguido también le confiesa las intenciones que tenía la noche en la que acudió a su tienda. «Me confesó que había venido a matarme porque un sicario le salía muy caro», relata la víctima. «Que en la maleta que le ayudé a llevar portaba un cuchillo, un martillo y droga para dormirme», prosigue, «me quedé a cuadros».
La investigada también le confiesa que como el plan no había salido como esperaban, había comprado veneno por internet y que el objetivo eran ahora las niñas. «La idea de Fabiola era matar a mis hijas con ese veneno y luego suicidarse», asegura todavía preocupado por que en algún momento pueda acercarse a ellas y lleve a cabo su plan.
La acusación particular, ejercida por el despacho de Silvia Moya y José Manuel Gómez, considera un riesgo que la madre de las niñas esté en libertad al haber claros indicios de un caso de posible violencia vicaria. Además, no era la primera vez que la mujer amenazaba con matar a las pequeñas. En una ocasión, según consta en la denuncia, le dijo a la mayor de tomarse «un traguito de lejía» y ya estando embarazada había amenazado con abortar «porque ella no quería ser madre».
La víctima, según cuenta el diario 'Las Provincias', achaca este comportamiento obsesivo de su expareja a los celos desde que le encontró en el teléfono móvil unas conversaciones con otra mujer. Aunque en una ocasión la denunció por una agresión, retiró la denuncia porque amenazó con hacerle daño a las niñas si no lo hacía. Asimismo, ella también lo denunció por malos tratos, pero «la jueza lo archivó la darse cuenta que la víctima en este caso era yo».
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