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España no deja de sorprender con nuevos recursos y argumentos tan imprevistos como efectivos. Su amplísima nómina de registros, aderezada por una nueva generación dispuesta ... a emular los hitos de era dorada, ya permite a La Roja vivir cómoda en el caos.
La campeona de Europa es capaz de endosar una manita a un rival poderoso como Francia a pesar de ceder la posesión de balón y acumular menos ocasiones que su adversario. Se trata de una selección contracultural, que se mueve al ritmo de los descarados Lamine Yamal y Nico Williams, dos agitadores sea cual sea el escenario que pusieron patas arriba un duelo por momentos descontrolado.
A España le costó tomar el pulso al duelo y superar la presión gala, ya que no terminó de funcionar esa posición de enganche que desnaturaliza al Pedri del Barça y que Luis de la Fuente corrigió a tiempo, después de un primer tramo de partido que parecía favorable a los intereses de Francia.
El combinado español cedió el control de la pelota y más allá del primer gol de Nico Williams, que llegó tras una jugada madurada por una veintena larga de pases, golpeó en transición, a priori arma predilecta francesa. Los siguientes cuatro tantos de La Roja cayeron tras robos de balón, conducciones verticales, últimos pases precisos y mucha pegada en el área contraria, cualidades que ejemplifica Lamine Yamal.
El azulgrana dio otro golpe encima de la mesa con Ousmane Dembélé, ahora mismo su principal rival por el Balón de Oro, enfrente. Su doblete comandó el arreón español hasta el 5-1 y fue la cara visible de otra exhibición de un menor de edad que ya reclama el trono del fútbol mundial para asombro general.
Poco importó que España se quedase en un 47% de posesión de balón, sumase 138 pases menos que su rival o acumulase 15 disparos por los 26 de Francia. Su efectividad fue demoledora, Unai Simón desesperó a una nómina de atacantes galos de lujo y De la Fuente reivindicó a su guardameta de referencia ante lo que considera un «maltrato» por parte de los medios de comunicación, término que se antoja excesivo.
La Roja hizo los deberes en un tiroteo que reivindicó su pólvora, pero se dejó llevar en el tramo final y acabó incluso pidiendo la hora después de disfrutar de un 5-1 en el marcador. Sin la brújula de Pedri en la sala de máquinas ni la jerarquía de Le Normand en el eje de la defensa, la campeona de Europa notó en exceso la acumulación de esfuerzos propia del epílogo de la temporada y se complicó la vida en un cuarto de hora que incrementó las dudas sobre su sistema defensivo. Francia recortó distancias hasta amenazar la victoria española y con ello niveló en parte la abrumadora diferencia de efectividad, el factor que permite a esta España contracultural vivir cómoda en el caos.
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