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Jesús Amores, director del Centro de Innovación de Vodafone. Migue Fernández

Director del Centro de Innovación de Vodafone en Málaga

Jesús Amores: «Hemos demostrado que el talento que somos capaces de acumular aquí es extraordinario»

El directivo confía en que «dado el éxito interno y externo» del centro de innovación malagueño, que ya tiene 500 empleados, la compañía va a seguir impulsándolo con más inversión y personal

Nuria Triguero

Málaga

Lunes, 12 de mayo 2025

Jesús Amores (Madrid, 1971) es un hombre bregado en el mundo de las grandes consultoras, pero carece de ese discurso prefabricado sobre innovación que delata a algunos directivos de su perfil. A este ingeniero de minas le apasiona de verdad la tecnología y se le nota. Es difícil explicar muchas de las cosas que hacen en el Centro de Innovación de Vodafone, pero él consigue hacerlas entendibles y transmitir la utilidad social. Hace cinco años, a Amores le nombraron director de un centro que aún no existía: le dieron «una hoja en blanco y cuatro cifras». Hoy tiene 500 empleados a su cargo y disfruta el momento dulce del proyecto pionero que ha liderado. En esta entrevista desgrana las principales investigaciones que impulsa este 'hub' de I+D y destaca el «excepcional» talento que ha conseguido reunir y el «modelo de colaboración único» que ha desarrollado con la UMA.

-Está al frente de uno de los bastiones de la Málaga tecnológica: el centro de innovación de Vodafone. ¿Cómo llegó hasta aquí?

-Yo estuve 22 años trabajando en Accenture. Durante muchos años me especialicé en el sector de la seguridad pública: por ejemplo, estuve modernizando los sistemas informáticos de la Guardia Civil. Gracias a esa labor incluso fui reconocido con una Medalla al Mérito Civil. Ayudé a crear también un centro de excelencia de gestión policial, lo cual me dio la oportunidad de viajar por todo el mundo y descubrir que en España estamos más avanzados de lo que nos imaginamos. Mucho más, incluso, que el FBI. Después asumí la responsabilidad de todo el sector público y sanidad y más tarde de lo que se llama 'consumer goods'. Era un negocio de casi 500 millones de euros, con empleados y proyectos por todo el mundo. Muy exigente, suponía mucha presión. En 2018 mi familia y yo decidimos hacer un cambio de vida y nos mudamos de Madrid a Málaga. Sólo lo sabía mi secretaria, yo seguía con el mismo trabajo.

-¿Por qué eligió Málaga? ¿Tiene familia aquí o simplemente le gustó la ciudad?

-Había un motivo. Mi mujer es gaditana. Ella se vino conmigo a Madrid hace 25 años a Madrid y ésta era una forma de devolverle la apuesta personal que hizo por mí. Fue Málaga y no Cádiz porque desde aquí podía seguir trabajando gracias al AVE. Después, en 2020, en mitad de la pandemia, salí de Accenture y empecé a hacer todas las cosas que no pude hacer durante esos 22 años. Monté una startup, ayudé a personas de mi antiguo equipo con sus propios proyectos, hice alguna colaboración como 'interim'... Total, que al final tenía cuatro proyectos en paralelo y trabajaba más que cuando estaba trabajando en Accenture, con lo cual algo no estaba funcionando en esta ecuación.

-¿Fue entonces cuando fichó por Vodafone?

-Uno de los principios básicos de mi vida es ayudar sin pedir nada a cambio. Y estas cosas, al final, vuelven. Yo tenía firmado un preacuerdo para incorporarme a una empresa multinacional el 1 de julio de 2021: era volver a mi vida de antes, a ir y venir de Madrid. Un mes antes, un excompañero mío de Accenture me llamó para decirme que Vodafone iba a montar un centro de innovación en Málaga y que buscaba a una persona para liderarlo. O sea: trabajar para una multinacional, pero en Málaga. Y además, era empezar desde cero, un proyecto completamente limpio. Presenté mi candidatura y aquí estoy.

«Yo no creo en un centro barato en costes; yo quiero un centro elevado en valor. Porque si generamos valor para la compañía, no hay problema de costes»

-El proyecto de Vodafone empezó con una declaración de intenciones muy ambiciosa: 600 empleados y 225 millones de inversión a completar en cinco años. Han pasado cuatro, ¿cómo va la consecución de esos hitos?

-A mí me dieron una hoja en blanco y cuatro cifras. Y partir de ahí, me dijeron: sigues tú. Cuatro años después, esa hojita es una sábana así de grande [separa las manos todo lo que puede]. Cuando se tomó esta decisión se buscaba centralizar las capacidades de innovación y desarrollo de nuevas plataformas y productos en un único lugar de Europa. Se buscó un sitio atractivo, donde fuera relativamente sencillo captar talento a un coste competitivo. A partir de ahí, todo lo que hemos ido creando en Málaga lo hemos ido diseñando por el camino. Hemos creado incluso el modelo de relación que tenemos con la Universidad de Málaga, que es un acuerdo estratégico que yo creo que no existe otro parecido en España.

-¿Por qué? ¿Qué tiene de diferente?

-Nosotros no solamente subvencionamos innovación, sino que trabajamos codo con codo con los equipos de investigación para ayudarles a aprovechar su conocimiento y su experiencia y que ellos nos ayuden a desarrollar la nueva generación de productos. Ellos son la punta de lanza de nuestros productos. A mí lo que me interesa es que realmente se produzcan transferencia de conocimiento desde la Universidad a la empresa y que la empresa sea capaz de generar los mejores productos para ser más competitivos, para generar más ingresos y poder reinvertir en nueva innovación, y que todo esto se realimente. Yo creo que gran parte del éxito de este centro de innovación reside en este nuevo modelo de colaboración.

-Si tuviera que explicarle a un ciudadano de a pie qué hacen aquí, ¿qué le diría?

-Lo que hacemos aquí es desarrollar productos, plataformas y soluciones para empresas: desde pymes a multinacionales. Todo lo que Vodafone Business [la división de Vodafone dedicada al desarrollo de soluciones enfocadas a empresas] vende nace o pasa por aquí. Nuestra misión es acelerar el 'time to market', es decir, el tiempo que tarda un producto en llegar al mercado. Desde que empezamos a montar este centro, el 'time to market' se ha reducido un 30% en Vodafone. Y estoy convencido de que el año que viene estaremos en un 40 o un 50%.

-¿Puede detallarme cuáles son los principales proyectos en los que trabajan?

-Entre las tecnologías que trabajamos hay algunas que ya están comercializándose, como las del ámbito de la ciberseguridad o las que tienen que ver con la nube soberana: soluciones que garantizan que los datos sensibles que maneja una empresa permanecen dentro de las fronteras nacionales. También somos el mayor proveedor mundial de soluciones basadas en Internet de las Cosas y tenemos casi 100 personas trabajando en la mejora continua de estos productos. Ya avanzando hacia el futuro, pero un futuro próximo, trabajamos con una tecnología que está por explotar y que tiene ya algunos casos de uso reales, que son las Mobile Private Networks: se trata de crear una burbuja de comunicación en un entorno concreto, con todas las capacidades de 5G y bajísima latencia, que es independiente de la red comercial. El caso de uso más claro es una fábrica que necesita conectar múltiples dispositivos: ordenadores, robots, vehículos… Pero si le echas imaginación, también puedes llevártelo a un festival en medio de un desierto o a un puerto que necesita mover mercancías con vehículos autónomos. Otra cosa que estamos creando desde aquí y está a punto de llegar al mercado es STEP: Safer Transport for Europe Platform, una plataforma basada en 'edge computing' cuyo objetivo es mejorar la seguridad vial con el envío automático de mensajes de información y alertas entre los diferentes usuarios de la vía pública. Por ejemplo, un coche podría saber que a la vuelta de una curva hay un grupo de ciclistas y los ciclistas sabrían que viene un coche. De hecho, uno de los proyectos que estamos haciendo con la UMA busca recopilar datos anonimizados de usuarios de la vía en el campus de Teatinos, con el fin de poder personas con personas, vehículos con vehículos, pero también bicicletas, patinetes, semáforos... y que empecemos a generar un gemelo digital que permita no sólo entender el movimiento de las personas, sino crear un sistema de seguridad dinámica. Y si nos vamos ya a las tecnologías más futuristas, tenemos dos proyectos clave que además han sido noticia recientemente porque nos han concedido dos incentivos importantes: el de arquitectura chip abierta [que ha recibido casi 15 millones del PERTE Chip] y el de servicios integrados de banda ancha móvil terrestre y basada en satélites de órbita [con 2,6 millones del CDTI dentro del Programa Tecnológico Espacial].

-¿Qué ha aportado este centro al ecosistema tecnológico malagueño?

-Uno de nuestros objetivos estratégicos era generar impacto en la ciudad, en la sociedad malagueña. ¿Cómo? Dando oportunidades a los malagueños de trabajar en un proyecto de escala global. Ofrecemos a nuestros empleados un proyecto profesional de larga duración, donde van a tener un impacto: yo les digo a los chavales cuando entran que van a ser las personas que definan las tecnologías del futuro. Hemos ido montando equipos y hemos demostrado que el talento que somos capaces de acumular aquí es extraordinario.

«En dos o tres años nadie programará ni hará pruebas de usuario; lo hará la IA. Es una oportunidad si se usa bien porque con el mismo esfuerzo, se podrá hacer el doble de proyectos»

-El famoso objetivo de los 600 empleados, ¿se ha alcanzado ya?

-El objetivo era, efectivamente, ser capaces de contratar a 600 personas en cinco años. Tres años más tarde somos 500 personas trabajando en el 'hub' de innovación de Málaga. Es importante explicar que cuando empezamos las operaciones aquí creamos una entidad legal nueva, Vodafone Intelligent Solutions España. Y hace nueve meses Vodafone Group, nuestra matriz, vendió Vodafone España. A raíz de eso, 500 personas que trabajaban en España para Vodafone Group se han transferido a nuestra sociedad. Así que en esta sociedad, Vodafone Intelligent Solutions España, somos 1.043 personas. Pero si hablamos específicamente del centro de innovación de Málaga, somos 500.

-¿Va ampliarse esa cifra en un futuro?

-Ahora mismo se está definiendo en Vodafone lo que se ha llamado Estrategia 2030, y dentro de ella está la estrategia de localización de recursos. La buena noticia es que todo apunta a que, dado el éxito interno y externo del centro de innovación, se va a doblar la apuesta por Málaga. No quiero decir duplicar esa cifra, pero sí se va a potenciar, de tal forma que incorporemos otro tipo de perfiles más ligados a lo que es más la estrategia de producto, que trabajen en coordinación con los técnicos que están desarrollando el producto.

-Y en cuanto a inversión, ¿se superará el objetivo inicial?

-Se va a superar. Estamos invirtiendo más, pero porque está teniendo sentido. Por cada euro que invertimos aquí obtenemos más. Con lo cual hay motivos para tener confianza en este proyecto, que yo creo que está en un punto ya de madurez, pero hay oportunidades todavía de seguir creciendo, precisamente porque somos capaces de ser talentosos, competitivos en costes y generar valor. Esto va de valor. Si vamos a costes, estamos perdidos. Yo no creo en un centro barato en costes. Yo quiero un centro elevado en valor. Porque si generamos valor para la compañía, no hay problema de costes.

-¿Cómo están integrando en su trabajo las oportunidades que brinda la inteligencia artificial?

-Tengo entendido que Vodafone es la empresa que tiene mayor número de usuarios de Copilot [asistente de IA para labores profesionales, entre ellas la programación] en el mundo. Y cuando charlo con los chicos aquí, me doy cuenta de que van tres pasos por delante. Están constantemente comparando herramientas de inteligencia artificial para optimizar su forma de trabajar. Yo tengo clarísimo que en dos o tres años nadie programará ni hará pruebas de usuario; lo hará la IA. Y esto es una oportunidad si se usa bien porque con el mismo esfuerzo, se podrán hacer el doble de proyectos que ahora. Eso nos va a cambiar el paradigma.

«Cuando Málaga presentó su candidatura para albergar este centro, el alcalde ofreció la propia ciudad como banco de pruebas. ¡Y yo perdono pero no olvido!»

-¿Alguna otra novedad prevista para el 'hub'?

-Vamos a estrenar dentro de muy poco el Customer Experience Center dentro de nuestro Campus de Innovación. Es un espacio específico para poder co-crear con clientes, entender cuáles son sus problemas y proporcionarles soluciones que quizá ya existen y quizá lo que hay es que adaptarlas a su caso de negocio concreto. Aquí podremos desarrollar pruebas de concepto o de validación con ellos. Esto nos abre la oportunidad de traer a Málaga a muchas empresas que no la conocen. Y todos sabemos lo que pasa cuando alguien mira a Málaga…

-¿Qué pasa?

-Que se enamora. Se enamora de las condiciones para desarrollar negocios, del tiempo, del carácter, del ecosistema… y eso hay que aprovecharlo. Parte de mi misión personal es ser capaces de generar riqueza más allá de Vodafone, para la sociedad y para los ciudadanos malagueños y andaluces. En esto cuento con la colaboración del alcalde, del Parque Tecnológico con Felipe Romera a la cabeza, de la Fundación Innova IRV y de las empresas del ecosistema para tratar de utilizar nuestra 'magia' para seguir atrayendo inversiones en tecnología.

-¿Qué podría hacer la ciudad para potenciar el desarrollo del Centro de Innovación de Vodafone?

-Tenemos un tema pendiente que no voy a parar hasta conseguirlo, que es desarrollar un proyecto de ciudad con la propia ciudad. Cuando Málaga presentó su candidatura para albergar este centro, el alcalde ofreció la propia ciudad como banco de pruebas. ¡Y yo perdono pero no olvido! Estamos intentando buscar un espacio donde podamos hacer este proyecto. Creo que hay una oportunidad en el tema de la movilidad que ya hemos comentado y también otra muy interesante con la tecnología que llamamos Network As a Sensor, que coge la perturbación sobre las ondas que se produce cuando llueve para hacer un cálculo muy preciso de la lluvia que cae en una zona reducida. Mi idea es hacer un proyecto de medición de precipitaciones y puede ser interesante trabajar con Emasa. La idea es saber no solamente cuánta agua cae, sino qué impacto tiene esa lluvia en la formación de bolsas de agua, por ejemplo. Ahí me gustaría que el Ayuntamiento nos eche una mano.

«Nuestra rotación de personal es la mitad de la media; la clave es la cultura y la comunidad que hemos creado»

-¿Cuál ha sido la clave del éxito de Vodafone para atraer talento? No deja de ser un logro haber alcanzar esos 500 empleados con la competencia que hay en Málaga.

-Humildemente creo que nuestro proyecto tiene algo diferente: somos capaces de atraer a gente de cualquier lugar del mundo. Aquí ahora mismo hay 42 nacionalidades distintas. Tenemos alrededor de un 20% de empleados extranjeros, más los retornados: gente que se fue a trabajar fuera y ha vuelto. Mucha gente ha visto en este proyecto una oportunidad para seguir creciendo profesionalmente en su propio país. ¿Cuál es la fórmula mágica para lograr esto? Al principio tuvimos que explicar muy bien el proyecto porque cuando empezamos la gente asociaba el nombre de Vodafone con la operadora comercial y esto es otra cosa: esto es innovación, es software, es tecnología, es experimentación… Es asumir riesgos, es divertirse testeando. Es ser ingeniero de verdad. Otra clave fue que hicimos una apuesta por la ciudad de Málaga. Nuestra primera oficina la abrimos en la estación María Zambrano y ahora estamos aquí, en Martiricos. Y tercera clave: esto va de diversidad, de multiculturalidad y de entendimiento de las necesidades e inquietudes de las nuevas generaciones. Si de algo me puedo sentir orgulloso es del ambiente y la cultura que hemos creado aquí, que es una referencia para todo Vodafone. Hacemos donaciones de sangre, sesiones de yoga, limpiezas de playa, plantaciones de árboles… Cuando ocurrió la dana, la gente se daba bofetadas por echar una mano. Piensa además que hay mucha gente que ha venido de otras ciudades, de otros países, y necesita tener lazos. Todas estas actividades al final son excusas para crear comunidad.

-Parece que han sabido conectar con la Generación Z, tan incomprendida por las empresas.

-No son todos tan jóvenes. La edad media es de 37 años. Tenemos gente 'senior' que lidera los equipos y la pirámide se va refrescando con gente recién licenciada o becarios que fichamos de la Universidad de Málaga. Y hablamos mucho de los jóvenes, pero hace 15 días incorporamos a un 'chico' de 62 años. Aquí no miramos el carnet ni el pasaporte, miramos el talento. Si quieres trabajar, eres una persona inquieta, curiosa, tienes conocimiento y quieres seguir aprendiendo, este es tu sitio. En cualquier caso, la nueva generación tiene buena madera; buen fondo. Están preocupados por cosas más allá de lo que es el trabajo. Y a la vez tienen talento. Son la generación mejor preparada que he conocido. Al final, la poción mágica es darles el espacio, la oportunidad, un entorno seguro en el cual se sientan personas, no sólo empleados. El resultado es que la rotación que tenemos en este centro es la mitad de la media que hay en la Málaga tecnológica.

-¿Cuál es su política respecto a la presencialidad y el trabajo remoto?

-Nosotros contractualmente lo que les pedimos a los chicos, precisamente para crear esa cultura de la que hablábamos y facilitar el trabajo en equipo, es que vengan dos días a la semana a la oficina. El resto, si quieren, pueden trabajar desde casa. Como yo creo en el trabajo flexible, a mí me da igual dónde vivas; lo que quiero es verte aquí dos días a la semana. Así que hay muchas personas que han decidido vivir en sus ciudades: Jaén, Granada, Sevilla, Algeciras… y se buscan la manera de venir aquí dos días. ¿Qué ocurre? Que hay otro colectivo que ha tenido que hacer esto porque no ha tenido más remedio porque cuando llegaron a Málaga para buscar casa, era una barrera muy difícil de superar.

-O sea, que el problema de la vivienda también afecta a sus empleados.

-Es un problema suficientemente conocido como para yo incidir también en lo mismo. Lo que sí creo es que adicionalmente hay otro problema que, si se resolviera, ayudaría a reducir el problema de la vivienda. Y es el tema del transporte, las comunicaciones. Porque si tengo buen transporte público, a mí no me importa vivir a 30 kilómetros de Málaga. Yo personalmente vivía a 35 kilómetros de Madrid y iba a trabajar allí todos los días. ¿Por qué no se puede vivir a 35 kilómetros de Málaga? Yo creo que el camino es hacia el interior. Y eso, a su vez, también generará más riqueza y oportunidades a estos pueblos y descargará de presión a la ciudad. En la ciudad de Málaga no cabe tanta gente, da igual que se construyan mil casas o dos mil porque llegarán más. Para mí, el único camino pasa por hacer crecer una metrópoli. Y para eso hace falta transporte público.

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